La Casa Real holandesa se enfrentó a serios cuestionamientos por mantener con vida a Friso

 

El príncipe Johan Friso, segundo hijo de la princesa Beatriz de Holanda, ha fallecido este lunes después del daño cerebral irreparable que sufrió por privación de oxígeno tras quedar atrapado bajo una avalancha de nieve mientras esquiaba en Austria, y que le indujo a un coma del que nunca llegó a despertar. “El príncipe Friso murió a causa de las complicaciones que surgieron como consecuencia del daño cerebral causado por falta de oxígeno después de su accidente de esquí”, ha informado el Gobierno en un comunicado.

En 2012, el príncipe, de 44 años, fue trasladado inmediatamente en un avión sanitario desde el Hospital Universitario de Innsbruck (Austria) a la clínica privada Wellington de Londres, especializada en problemas neurológicos y cerebrales, según confirmó la Casa Real holandesa en un comunicado. El parte del hospital austriaco (al que llegó tras el suceso) fue muy claro: “Los daños cerebrales después de permanecer más de 20 minutos enterrado en la nieve y tras media hora de reanimación son extensos, irreversibles y se desconoce su alcance”.

Pese a que el diagnóstico no fue esperanzador, los Orange decieron el traslado de Friso porque en Holanda una persona en su estado no habría sido mantenida con vida más de seis meses, algo que sí contempla la legislación inglesa. Esta decisión no fue bien recibida por el pueblo holandés, que continúa sin entender por qué se invirtieron 3.000 euros diarios en mantener a una persona “clínicamente muerta”.

A finales de noviembre de 2012, la propia Casa Real holandesa aseguraba que Friso comenzaba a dar “señales de conciencia”, aunque su estado continuaba siendo “muy preocupante”. Un intento desesperado de justificar unos gastos desconsiderados, según los medios de comunicación del país. Meses después, en el mes de julio de este año, Friso fue trasladado al palacio de su madre en La Haya.

El príncipe residía en la capital británica junto a su mujer Mabel y sus dos hijas, Luana, de ocho años, y Zaria, de siete. Hasta 2003, el segundo hijo de la reina Beatriz trabajó en Londres como vicepresidente de inversiones del banco estadounidense Goldman Sachs International, tras lo cual ejerció como director financiero para la empresa de uranio URENCO, hasta su accidente.

La decisión más difícil de Beatriz de Holanda

A pesar de que Friso se encontraba clínicamente muerto -permanecía con actividad cardíaca y ventilatoria gracias a una máquina- y sus posibilidades de recuperación eran muy limitadas, la familia real holandesa en ningún momento perdió la esperanza, aunque seis meses después del trágico accidente algunos miembros reales comenzaron a enfrentarse a la dura decisión de desconectar o no la máquina que mantenía con vida al hermano del actual rey de los Países Bajos.

La Casa Real holandesa ya tenía prácticamente asumido el desenlace del accidente de Friso, al igual que los medios del país, por lo que semanas después del fatídico suceso la familia real acudió, sonriente, a los Juegos Olímpicos de Londres. Durante este casi año y medio, la vida sin Friso ha seguido hacia delante, quien, por cierto, carece de derechos dinásticos después de haber renunciado a ellos por presiones del Gobierno para casarse con Mabel en el año 2004. Sin embargo, y a pesar de que el príncipe ha estado desde entonces apartado de la Casa Real, su familia estuvo siempre a su lado. De hecho, su esposa pasó este domingo su cumpleaños al lado de su marido.

Máxima y Guillermo de Holanda, que se encuentran de vacaciones en Grecia, ya han sido informados y vuelan rumbo a Holanda.

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